miércoles, 31 de diciembre de 2008


EL GRAN ESCAPE: VIAJE A TARAPOTO Y SAN ROQUE DE CUMBAZA, 2007.

Hastiado de la vida de la ciudad, un tanto decepcionado de la fachada eco-amistosa de algunas “empresas comprometidas con el medio ambiente”, me había decidido a encontrar un lugar donde pudiera colaborar en una iniciativa enfocada en desarrollar proyectos viables de conservación forestal y educación ambiental, donde cupieran los aportes de personas auténticamente interesadas en crear conciencia sobre las riquezas naturales que hay en nuestro Perú, así como los peligros que dichas riquezas enfrentan. Quería buscar un norte que me orientara.
Cuando uno viaja hay dos herramientas que ayudan muchísimo a no perder de vista el camino: el “pasa la voz” y la intuición. Esperanza, mi profesora de yoga, intuyendo mi búsqueda, me dijo: “unos amigos tienen un hostal en la selva y practican meditación y programas de voluntariado. ¿Por qué no vas a ver si te gusta?”. Por otro lado Renzo Zepilli, guía especializado en aves y amigo, me habló de “un lugar cerca de Tarapoto, en pleno corredor Nororiental, la mejor ruta en el Perú y tal vez en el mundo para ver aves... ¡te encantaría Pepe!”. Así fue naciendo en mí la curiosidad por visitar el Nor-oriente peruano por primera vez. Una nueva aventura se gestaba y las ganas de tomar mi mochila se volvieron irresistibles.
Llegué a Tarapoto el día de Santa Rosa. El termómetro marcaba 29 grados centígrados. “Llévame a un hostal cerca de la plaza, que tenga ducha y ventilador…” le pedí al chofer. El mototaxi me dejó en el hostal Santa Rosa. Tarapoto (350msnm;181,000 hab.) es una ciudad pequeña pero de muy rápido crecimiento demográfico, ubicada entre los valles de los ríos Cumbaza y Shilcayo, a los pies de la última cadena montañosa que surge antes de llegar a la selva baja, la Cordillera Escalera; es punto importante de comercio y tránsito de pasajeros hacia el Sur, al Valle del Huallaga vía la carretera Marginal de la selva; o hacia el Oeste en la costa Chiclayo. Es posible también ir hacia el Norte y llegar a Yurimaguas. Desde allí siguiendo el curso del Río Huallaga, Marañón y Amazonas, es posible llegar hasta Iquitos. Este último tramo de Chiclayo a Tarapoto, continuando vía aérea o fluvial a Iquitos es el Circuito Nor-oriental, una ruta de aviturismo actualmente siendo promocionada por Promperú. Este podría ser el mejor circuito de observación de aves en el mundo, con un potencial de 1200 aves, muchas de ellas endémicas, es decir que sólo se les puede encontrar en el Perú. Recordemos que el Perú tiene un registro de 1812 especies distintas de aves, colocándose en el segundo lugar mundial en diversidad de avifauna, después de nuestro vecino Colombia. (Perú, el verdadero paraíso de las aves. Promperú. Marzo, 2007.)
En los años 80’s Tarapoto era considerada una zona peligrosa debido al control y tráfico que los narcotraficantess y terroristas ejercían en la zona. Hoy en día esta situación ha cambiado para bien y la zona recibe cada vez más visitantes extranjeros y nacionales, abriéndose así una posibilidad excelente para el ecoturismo. Prueba de ello es la reciente feria organizada por Promperú para agentes de viajes y observadores de aves, quienes recorrieron el Nor-oriente comprobando el potencial turístico de la zona.
A pesar del áspero pasado la gente de Tarapoto es cálida como su clima, y alegre como su cantado acento. Caminando por las calles me di cuenta de otra característica de la ciudad: sus motos. Me contaron que los hombres retiran el silenciador de sus motos y de allí el desconcierto de motores y rugidos en las calles. Como peatón puedo agregar que el ruido es insoportable y que hay tantas mujeres como varones en moto. Ellas, a causa del calor, andan muy cómodas en sus motos disfrutando del aire fresco. Muchas veces su belleza provoca accidentes y es que es normal encontrar conductoras que manejen a la velocidad correcta mientras pasean su belleza en moto y minifalda.
Llamé por teléfono a Rodrigo Ponce, uno de los contactos que Esperanza y Renzo me habían referido. Acordé (por costumbre) encontrarme con Rodrigo Ponce en la plaza al mediodía. Considerando que el termómetro marcaba 29 grados por la noche preferí no preguntarme cuánto marcaría al mediodía en la plaza. Prendí el ventilador para refrescar mis pensamientos, intentando no pensar en el error de locación y me quedé dormido.
Mientras caminábamos bajo el sol Rodrigo me contó que llevaba dos años en San Roque de Cumbaza, un apacible pueblo a una hora en auto de Tarapoto y nuestro destino al final del día. Rodrigo salió de Lima aturdido y cansado de la vida citadina. “Yo soy economista y al terminar la carrera conseguí un buen trabajo en un banco, tenía un sueldazo y todo, de hecho me iban a ascender…pero todo eso no me servía de nada…no sentía que estaba haciendo lo que quería…”, me cuenta, “así que empecé a ir a clases de yoga y allí conocí a tu mamá. Ella se dio cuenta al toque de lo que me pasaba - ¿por qué no sales de viaje y encuentras el lugar para tomar esa decisión?-. Dejé mi chamba, mi ascenso, todo, y me vine a San Roque, aquí puedo hacer lo que me hace feliz.” Rodrigo dice eso y se ríe. Efectivamente parece feliz.
Fuimos al restaurante vegetariano El Edén. Allí nos encontraron Claudia y Javier, a quienes les ocurrió algo parecido a Rodrigo. Salieron de Lima en busca de algo diferente. Llegaron a Tarapoto y allí trabajaron en lo que saben hacer, grabando y editando videos. Al poco tiempo conocieron a la enigmática Annick, quien buscaba alguien que administrara su hospedaje. Fue así como Claudia y Javier quedaron a cargo de Casa Hunab Ku, junto con Rodrigo. Vaya suerte.
“¿Qué significa Hunab Ku?” le pregunto a Javier. “Es un término maya, significa el centro de la galaxia”. Hasta ese momento las mal llamadas casualidades parecían más bien causalidades. Tuve la impresión de haber llegado al “lugar preciso en el momento indicado”.
Claudia me explica que el restaurante pertenece a la lglesia Evangélica, de fuerte presencia en el Norte del Perú. “También tienen una iglesia en San Roque…pero los únicos vegetarianos allá somos nosotros”. De hecho en la plaza de San Roque de Cumbaza (650 hab.) hay tres templos: uno católico, uno evangélico y uno adventista”. Javier me comenta que por la tarde habrá una caminata para observar aves. Luego averiguamos que se trataba de una capacitación de jóvenes estudiantes de la Universidad de San Martín por parte de CANATURA (Club de amigos de la Naturaleza) para guiar a los visitantes que atraería la Feria Internacional de Naturaleza y Observación de Aves en Tarapoto, feria organizada en conjunto por Promperú, la Dircetur, y el Gobierno Regional de San Martín con la colaboración de CANATURA y otras instituciones privadas locales.
Esa tarde nuestro guía/capacitador fue Nony, ornitólogo israelí fascinado con el Perú y su diversidad de aves a tal punto que es parte de los miembros fundadores de CANATURA, ONG cuya misión está dedicada a “desarrollar y realizar programas de educación ambiental, mayormente en el campo, dirigidos al público en general y jóvenes escolares en particular.” “Las aves son la excusa perfecta para llevar gente a pasear y que vean la naturaleza con otros ojos. Hay tantas aves en Perú que encontrarlas no es un problema incluso para los principiantes”. Les dice Nony a sus jóvenes pupilos en perfecto castellano. “En Iquitos le preguntamos a los niños qué animales esperaban encontrar en la selva y nos dijeron que leones, elefantes, tigres, jirafas…”, nos cuenta Nony. “Nuestra visión es incrementar el conocimiento y el amor hacia la naturaleza y la participación activa del público en la conservación de la naturaleza.”, finaliza.
Empecemos a conocer y cuidar nuestras nutrias gigantes, nuestros osos de anteojos, nuestras pavas aliblancas y nuestros gallitos de las rocas, o será sólo en películas (en una ficción irónica junto a leones y jirafas) que los estaremos viendo pronto. Se está perdiendo un legado maravilloso a la vista y paciencia de todos. Extranjeros que se enamoran del Perú y deciden desarrollar sus proyectos aquí no son novedad. Antonio Raimondi, investigador italiano, estudió y describió la fauna y flora únicas del Perú hace 150 años. Hoy es hora de que los peruanos hagamos algo al respecto de nuestro primordial patrimonio: nuestra biodiversidad. De hecho Raimondi hizo esa recomendación en su tiempo.
Algunas cifras de nuestra biodiversidad para los incrédulos: el Perú ocupa el 2nd lugar mundial en especies de aves, con 1812 especies (superado sólo por Colombia); el 3er lugar mundial en diversidad de mamíferos con 461 especies y también el 3er lugar mundial en especies de anfibios con 330 especies. Nuestros bosques abarcan 70 millones de hectáreas, lo cual representa el 65% del total de nuestro territorio. (Revista Utopía y Libertad.2007. #1.”Desarrollo sostenible y políticas públicas de juventudes: Una estrategia para superar la pobreza.”, Cisneros, Luis Fernán.)
Caminando esa tarde llegamos hasta la ribera del Río Cumbaza, ubicado en las afueras de la ciudad de Tarapoto. En tan solo un par de horas pudimos ver muchas aves desde los habituales gallinazos de cabeza negra (Coragyps atratus) y de cabeza roja (Cathartes aura), los escandalosos paucares (Cacicus cela), los mosqueros Victor Días (Pitangus sulphuratus), hasta un grupo de Araçaris Letreados (Pteroglossus inscriptus), varios Carpinteros Penachiamarillos (Melanerpes cruentatus) y una especie de colibrí llamada Amazilia Zafirina (Polyerata láctea). Me di cuenta de que hay una riqueza enorme de aves en la zona, y es que Tarapoto colinda con la Cordillera Escalera, la última formación montañosa hacia el oriente peruano que desemboca en la selva baja; en pocas palabras, es lo que Renzo me había dicho, parte del mejor corredor para ver aves en el Perú.
Por la noche llegamos a San Roque de Cumbaza. Mi habitación era un lindo espacio construido con caña brava, cama, mesita y reglamentario mosquitero. Por la mañana el sol se colaba entre las cañas y con la primera luz las aves iniciaron un concierto melodioso, una explosión de trinos y cánticos que son la mejor manera para empezar el día. Después de un sano desayuno de frutas, cereales, café, miel (casi todos cultivados en las chacras del pueblo), me dieron un tour por las instalaciones. Se trata de un hospedaje ecológico donde hay baños secos, compost, biohuerto, separación y reciclaje de basura. Los baños secos y el compost permiten que se genere fertilizante natural y humus que luego enriquecen la tierra, donde crecen hortalizas y plantas medicinales de la región. Me sorprendí al darme cuenta que un baño seco no tiene porqué ser desagradable, todo lo contrario. Este era muy limpio y estéticamente superior a cientos de baños públicos que he visto antes. Además, hay una sala espaciosa donde se pueden encontrar libros que van desde guías de viaje hasta tratados especializados y libros sobre permacultura, observación de cielos nocturnos, o plantas medicinales. Hay también un comedor y cocina que son áreas comunes donde los huéspedes y voluntarios colaboran y aprenden de la preparación de deliciosos platillos vegetarianos elaborados con insumos locales. En Casa Hunab Ku se practican la meditación y el yoga, así como la interpretación del calendario maya o calendario 13 lunas, una moderna interpretación de los antiguos glifos mayas que funciona como herramienta de armonización entre el Hombre y la Pachamama. “En la plaza de San Roque hay 4 templos, no tres”, corrijo a Claudia un poco tarde, refiriéndome a mi impresión de la sana belleza del lugar. La espiritualidad tiene un nicho en San Roque, donde es posible realizar terapias curativas con la sagrada medicina conocida como Ayawaska (Banisteria caapi) cuyo nombre quiere decir en quechua “soga del ahorcado” o “enredadera del alma”; de la liana se prepara una bebida “usada en la profecía, la adivinación, la brujería y la medicina; está tan profundamente arraigada en la filosofía y mitología nativas que no cabe duda de su gran antigüedad como parte esencial de la vida aborigen”( Plantas de los dioses. Schultes Richard Evans, Hoffmann Albert. Fondo de Cultura Económica. México. 2000). Los propios sanroquinos practican sobadas (frotaciones), purgas y sanaciones con raíces milenarias cuyas propiedades medicinales han aprendido de sus ancestros.
Migración.
San Roque de Cumbaza se ubica en la zona de amortiguamiento del Area de Conservación Regional-Cordillera Escalera (ACR-CE), donde se ubica la principal cabecera de la Cuenca del Río Cumbaza. La zona se caracteriza por sus ricos bosques que desde épocas ancestrales han atraído a diversos pueblos a esta zona. Lamentablemente la descontrolada inmigración de los últimso años ha provocado la tala y destrucción de amplios sectores de bosque ante lo cual las autoridades locales poco pueden hacer debido a la falta de vías legales que les permitan un ordenado aprovechamiento forestal, creando resentimiento hacia los invasores y depredación de los bosques. En 1981 la población de San Martín era de 331,692 personas. En 2004 se estimaba que la población ascendía a 777,694 habitantes (Impacto de la migración Nor-andina en los Quechua-Lamas. San Martín. Perú. Apuntes. Rengifo Vásquez, Grimaldo. Waman Wasi. 2007); en 23 años la población de San Martín hizo más que duplicarse. Se calcula que diez nuevas familias llegan a los linderos de Cordillera Escalera cada día (Revista Viajeros, año 2, número 12, “En Cordillera Escalera está por cumplirse un sueño”, Guillermo Reaño, pag.31). Por esto es urgente plantear programas donde tanto los gobiernos locales, la población civil y la iniciativa privada brinden posibilidades de desarrollo sostenible para TODOS.
Turismo.
Recordemos que el turismo en el Perú está creciendo aceleradamente y que el estado está apostando en ello. De acuerdo a Antonio Brack dentro de 15 años el sector Turismo podría estar generando US$ 5,500 millones y dando trabajo a 200,000 personas de manera permanente (Revista Utopía y Libertad.2007. #1.”Desarrollo sostenible y políticas públicas de juventudes: Una estrategia para superar la pobreza.”, Cisneros, Luis Fernán.) Sin embargo, para que esto suceda es necesario invertir en estudios que den luz sobre los potenciales turísticos específicos, capacitación constante a la población local sobre manejo responsable de estos recursos, herramientas legales que creen áreas de conservación y ejerzan conservación efectiva sobre dichas áreas, y, por último, promoción. De momento se viene invirtiendo sobretodo en promoción.
San Roque tiene mucho que ofrecer al visitante. La municipalidad lo ha declarado distrito ecológico y estudia la apertura y promoción de diversas rutas como la visita a las cataratas de Toroyacu, a donde nos embarcamos el segundo día. Es una caminata que requiere dos días y una noche acampando en el bosque para disfrutarse plenamente. Nosotros la hicimos en un solo día y definitivamente es agotador de esta manera. Esta ruta permite ver muchas de las realidades de la zona: la transición de un valle cálido tropical (600msnm), la vista de las chacras, los cultivos rotativos, la deforestación y las zonas invadidas llama fuertemente la atención en el camino hasta un bosque de nubes (1600msnm) primario y prístino donde se encuentra la catarata. Los nativos indígenas quechua-lamistas llaman a la catarata Sunipikausani (“lejos vivo”, “lejos me encuentro”). La leyenda cuenta que allí el guerrero tuerto Situshay, su esposa Shamilé, y su pueblo encontraron el hermoso lugar donde vivirían. La triste leyenda dice que la pareja elegida se quedó esperando a su pueblo, señalando el lugar de fundación con los dos velos de agua de más de 130 metros que resbalan desde una magnífica montaña (Lomas. Mori Villacorta, Julio Luis. Amazonía Presente ediciones. 2003). El desconocido origen de la etnia quechua-lamista parece estar ligado al misterio de la leyenda de las cataratas de Sunipikausani o Toroyacu. Pero el camino no termina allí pues falta subir la montaña desde donde cae al agua. Allí la naturaleza nos ofrece un hermoso bosque nuboso antiguo e intacto. En la cima aparece ante nuestros ojos el capricho más curioso de la naturaleza, se trata de una “pista” de roca madre de 126 metros de largo y 26 de ancho (en su parte más amplia) por donde el espejo de agua de lo que luego será la catarata se desliza suavemente por esta plataforma de piedra. “Los locales dicen que los narcos aterrizaban aquí sus avionetas con droga hace años”, nos cuenta nuestro guía. Una exageración que sirve sólo para dar una idea de la magnitud de Atum Rumi (“gran roca”), el nombre que le han dado.
Al día siguiente tomamos un paseo por el pueblo, como quien descansa el cuerpo y convive con los pobladores, aprendiendo de la chacra; preparamos mantequilla de sacha inchi y almorzamos un rico juane con maduro (tamal de arroz envuelto en hoja de plátano acompañado de un plátano dulce asado), tacacho (plátano seco machacado a la parrilla). Es increíble la variedad de plátanos y formas de prepararlo que se encuentran en la selva. Si los Innuit tienen 23 palabras para nombrar a la nieve en la selva sucede algo similar con ese fruto bendito que es el plátano. Más tarde vamos a tomar un baño en el Río Cumbaza saltando desde La Monzona, un bellísimo paraje para nadar y relajarse.
La Quebrada de Añikiwi fue nuestro siguiente destino al cuarto día. Esta quebrada se encuentra dentro de la zona protegida de Cordillera Escalera y es una caminata menos exigente que la de Toroyacu; ofrece paisajes bellísimos ideales para la observación de aves y mariposas así como pozas para sumergirse en el río. Durante mi estadía pude identificar alrededor de 50 aves tan solo en los alrededores de San Roque, entre ellas: Shansho (Opisthocomus hoazín), Pumagarza (Tigrisoma fasciatum), Tijerachupa (Elanoides forficatus), Loro Pihuicho (Brotogeris cyanoptera), Cuco ardilla (Piaya cayana), Long-tailed hermit (Phaethornis langirostris), Martin Pescador Anillado (Ceryle torquata), Barbudo Brilloso (Capito auratus), Araçari Orejicastaño (Pteroglossus castanotis), Tangara Turquesa (Tangara mexicana), Tangara Urraca (Cissopis leveriana), Tangara 7 colores (Tangara chilensis), por mencionar algunas.
Los tarapotinos suelen venir de paseo los fines de semana a San Roque por su belleza y cómoda distancia de la ciudad (1 hora en auto). Los pobladores de San Roque son receptivos al eco-turismo y lo ven como una posibilidad viable de desarrollo.
Conservación y concesión.
Hace casi dos años se cumplió el sueño de muchos al darse la creación del Area de Conservación Regional- Cordillera Escalera (ACR-CE), una idea que llevaba muchos años en gestación. Estudios recientes en el ACR-CE mostraron que la herpetofauna (anfibios y reptiles) tiene una nueva especie (Eleutherodactylus sp. nov.) y 11 nuevos registros de ranas para la reserva; además de mono coto (Allouata seniculus), mono machín negro (Cebus apella), sachavaca (Tapirus terrestres); considerados los 3 en el Apéndice II de CITES (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora). También jaguares (Panthera onca), anacondas (Eunectes Murinus), más de 400 especies de aves que representan aproximadamente el 25% de la avifauna nacional, incluyendo 26 especies indicadoras de calidad ambiental-EICA), etc. Actualmente el mayor conflicto que enfrenta la reserva es la probable concesión del Lote 103, que abarca parcialmente las provincias de Lamas (donde se encuentra San Roque), San Martín y Picota, a la OXY (Occidental Petroleum) para la explotación petrolera. El peligro de esta concesión radica en que la ACR-CE se encuentra dentro del Lote 103 y es justamente dentro del área de conservación donde la OXY pretende sacar petróleo. Cabe la pregunta ¿Para quiènes estamos conservando estos santuarios naturales? Los estudios de sísmica ya se han realizado dentro de la ACR-CE. Lo único que tiene detenidos los trabajos de explotación es una acción de amparo interpuesta por el gobierno regional de San Martín en el Tribunal Constitucional, última instancia, que plantea no viable la explotación petrolera dentro de una zona protegida (de por sí una contradicción grave por parte del estado Peruano que sistemáticamente está siguiendo este patrón. Recuérdese lo sucedido en el Cándamo, en Madre de Dios) por la causa del consumo de agua pura como derecho a la vida.
Uno de los aspectos que más preocupa a los pobladores y ONG’s locales es la contaminación que esta explotación ocasionaría en la Cuenca del Río Cumbaza, dañando así la fuente de agua más importante de los pobladores de Tarapoto y de sus chacras, por no mencionar el daño ecológico que esto significaría a la todavía desconocida fauna y flora de la ACR-CE. Para que la explotación comience solo falta que el Tribunal Constitucional falle y muchos temen lo peor pues una polémica decisión del Senado remplazó arbitrariamente a los magistrados que venían siguiendo el caso desde hace años, algo que genera sospechas entre la población local acerca de la claridad con la que se esta llevando el proceso judicial.
Agricultura.
Los sanroquinos sobreviven de la agricultura y productos como la uva, el sacha inchi, el café, el cacao y árboles frutales son vistos regularmente en las chacras. Se cultiva también miel de excepcional calidad. A pesar de ser orgánicos (lo cual eleva su calidad y precio) algunos de estos productos encuentran dificultades para su distribución en el mercado nacional. El caso del sacha inchi (Plukenetia volubilis) es emblemático. Este producto que representa la segunda mejor fuente de omega 3 (ácido linolénico) en la naturaleza después de la linaza (“La Revolución de las Grasas”, Barrio, Sacha, Ed. Alfaguara, Perú, 2003); En Tarapoto una botella de aceite de sacha inchi de 700ml. está valuada en S/.20 soles mientas aquí los agricultores reciben dos soles por kilo tostado de sacha inchi.
Sergio Rey, Carmen Santillán y Alfredo Rebatta han iniciado su propia empresa y quieren cambiar esta situación. “Nosotros queremos darle valor agregado al sacha inchi evitando a los intermediarios para que los pobladores reciban una paga más justa por el sacha inchi que cultiven y procesen”, me cuenta Sergio. “Hay varios productos locales que queremos impulsar, productos orgánicos hechos artesanalmente, cuya preparación rescata costumbres locales, y que pueden ubicarse perfectamente dentro de un mercado específico de comercio justo en el Perú y en el extranjero”, agrega Sergio.
Una semana después.
Encontré el lugar que estaba buscando y he decidido quedarme en San Roque. Es el lugar perfecto para desarrollar una estrategia que facilite la unión entre los jóvenes y la biodiversidad (las dos grandes riquezas con las que cuenta el Perú actualmente) con miras a crear un modelo que pueda replicarse exitosamente. Este artículo pretende funcionar como marco referencial a la realidad de un pueblo del Nor-oriente peruano. Nuestro país está lleno de lugares como este, lugares maravillosos donde hay muchas cosas por hacer. Lugares con gente preocupada por la conservación de los bosques y de sus tradiciones. Ideas brillantes laten en estos sitios, esperando que esta vez las naciones sepan colaborar entre sí. Algunos de nosotros hemos decidido ayudar. Definitivamente hará falta toda la ayuda posible.

martes, 16 de diciembre de 2008

CIRCUITO ECOTURISTICO ALTO SHILCAYO-TRES MARIAS.
LA POSIBILIDAD DE TURISMO SOSTENIBLE EN MANOS DE UN GRUPO DE CAMPESINOS.



Una crónica de Pepe Orihuela. Fotos de Javier Quintana.

Nuevamente despertar a las 4:30 AM. Esta vez iba en el auto con Javier Quintana, amigo y fotógrafo profesional. Cindy Reátegui, amiga de ambos y corazón del Hospedaje La Patarashca, en pleno corazón de Tarapoto. Ella había concertado una reunión con Feliciano Tuanama, líder de la Asociación de Protección Flora y Fauna (APFF). Teníamos planeado ir a hacer un tour en la ruta que Feliciano y su familia protegen dentro del Area de Conservación Regional Cordillera Escalera (ACR-CE). Una semana antes tuve la oportunidad de conocer a Don Feliciano en un almuerzo ofrecido en casa de “Pancho”, horticulturista estadounidense que, como nosotros, está interesado en vincular personas interesadas en proteger el santuario natural que es Cerro Escalera. Pude darme cuenta pronto de lo que Pancho me había anticipado en su pobre castellano: “esperah que conozques a este siñor…es un grande ombreh”.
En Tarapoto, Javier y yo pasamos al Mercado # 1 para desayunar un rico jugo surtido, dos panes de queso con tomate y palta y un keke. No hay mejor lugar que el puesto de Vicky para desayunar rico y rápido. Cinco cuadras después, en el Hospedaje La Patarashca, subimos las cosas a una camioneta y uno a uno fueron llegando los participantes de nuestra excursión. Nicolás (guía de aves en el Hotel Puerto Palmeras), Emanuel (Ingeniero Forestal de la Universidad Nacional de San Martín), y dos amigas de Cindy que querían pasear un poco: Susana y Raquel.
Después nos encontramos con don Feliciano y sus hijos: Júver y Réiser. Iniciamos la caminata desde la Bocatoma del Río Shilcayo, último lugar hasta donde llega un camino de tierra afirmado que en el pasado se encontraba en pésimas condiciones y que hoy es accesible incluso en motocar. Junto con el Río Cumbaza, el Río Shilcayo es el río que abastece de agua a la ciudad Tarapoto. Allí está la antigua bocatoma para confirmarlo, y una bocatoma nueva y moderna un poco más adelante en el camino. Hace rato que quedaron atrás las últimas casas de Tarapoto y todo es un hermoso bosque de galería sobre el río y sobre nosotros. Seguimos adelante por una trocha que zigzaguea río arriba. El sendero es lo único construido por el hombre allí. La luz matinal se filtra sólida por entre las ramas y le da a nuestro paseo un aire de pureza que hace creer que fuéramos los primeros en caminar por allí. No los primeros pero sí de los primeros. Don Feliciano me cuenta que hace tres años que han construido el sendero y aunque no tienen muchos visitantes. Ellos quieren prepararse para recibir más turistas en una modalidad de ecoturismo. “Necesitamos asistencia, técnicos que nos capaciten para poder proteger mejor el bosque”, me cuenta don Feliciano, consciente de que los visitantes llegarán. Lo que le preocupa es la ayuda económica y técnica para que la asociación pueda mejorar las expectativas de todos. Va en serio.
El Shilcayo serpentea y mientras más avanzamos más creemos haber llegado al paraíso: quebradas con pozas poco profundas de agua cristalina, árboles de todas las tonalidades de verde imaginables, aves que emiten sonidos y cantos exóticos, líquenes, hongos, musgos de distintas texturas, y mariposas, todos salen a nuestro encuentro, compartiendo su belleza con nuestros sentidos. El río es pequeño y no es difícil cruzarlo con botas de goma.
El río, es simple detenerse a observarlo y admirarlo; cómo fluye, cómo transporta eternamente al agua. Su sonido puede transportar también nuestra memoria. Es una cualidad de los ríos que, además de ser avenidas de agua, son el caudal de la memoria, sobretodo en la selva donde al agua es sinónimo de vida y leyenda. En ese momento me dio pena recordar un titular que vi por la mañana, mientras desayunaba en el mercado. La noticia mencionaba que un camión de Perúpetro con 2 mil galones de hidrocarburo se había volcado en el Km. 48 de la Carretera Tarapoto-Yurimaguas, derramando el aceite en el arroyo Ahuashiyacu, un tributario de la cuenca del Shilcayo. La nota exhibía fotos de las mismas ranitas que nosotros íbamos encontrando en nuestro camino sólo que aquellas estaban flotando boca abajo, cubiertas de petróleo…muertas. La empresa resolvió el problema arrojando arena sobre el derrame, sin evitar que el petróleo llegara al agua, que, dicho sea de paso, sirve también para consumo humano.
Pero esta parte del Alto Shilcayo se ha conservado milagrosamente. Su cercanía con Tarapoto no se ha traducido en deforestación y desastre. Por lo menos hasta ahora. Los miembros de la APFF, que reúne a más de 30 familias, quieren que continúe así, prístina y verde, y creen que el ecoturismo es la manera de mantener ese brillo.
Al poco rato Susana preguntó “¿Falta mucho?”. Animándola, Júver le respondió “Noooo, arribita nomás es señorita”. Todos reímos y pronto se volvió una broma común. “Un guía tiene que ser siempre positivo” me recuerda Javier observando la reacción de Júver. Y es cierto: no importa cuánto falte, como guía hay que animar a las personas a seguir andando. De lo contrario uno será guía de su propia sombra. Con el agua hasta las rodillas o saltando sobre las piedras, seguimos adentrándonos hasta llegar dos horas después a un refugio construido a orillas del Shilcayo, justo donde se encuentra con un tributario: el Río Tamushal. Allí hay dos tambos grandes, uno para el comedor y otro es la casa del vigilante, un puesto que rota cada 30 días entre los varones que forman parte de la APFF. Justiniano es el vigilante en turno. Allí encontramos también a doña Luzmila, esposa de Feliciano; a Clodomira, que es esposa de Júver, y su hijo de 9 años, Seylor Fisherman. Nos ofrecen refresco de cocona y aprovechamos para conversar con nuestros guías y conocernos mejor. Don Feliciano nos cuenta cómo él y su familia aprendieron lo que era perder todo cuando un aluvión del Río Shilcayo destruyó sus casas y chacras. Pronto se dieron cuenta que si iban a reconstruir, ¿pues porque reconstruir lo mismo? Decidieron cambiar su visión. Durante años habían escuchado el discurso de las ONG’s que llegaban y les decían que tenían que proteger los bosques, sin embargo no se concretaban los planes para hacerlo. Al final, ese discurso se parecía a las promesas del candidato a la presidencia y quedaba archivado en el cajón de las buenas intenciones. Fue entonces que, liderados por Don Feliciano, los pobladores de Julianpampa y otros sectores de Alto Shilcayo decidieron tomar la iniciativa ellos mismos. Ni tontos ni perezosos, empezaron a reforestar, a diseñar y a construir un sistema de trochas con guías y cargadores, tambos (refugios) y comida para futuros visitantes. Y lo más importante: la filosofía de proteger el bosque. Poco importó que fueran inexpertos en el tema del turismo y que no tuvieran idea de cómo atraerían a los turistas, ellos confiaron en que lo que estaban haciendo era lo correcto. Como dijo el sabio Albert Einstein alguna vez “Si una idea no suena absurda cuando es concebida, entonces no tiene esperanza”. Hoy las mujeres y hombres de la APFF son los guarda parques voluntarios de Cordillera Escalera.
“¡Vamos a las cataratas!”. Al poco rato salimos por otra trocha que sigue la quebrada de Tamushal arroyo arriba. Vamos encontrando ranitas de colores encendidos con facilidad poniendo atención entre las piedras del arroyo. Preferimos no tocar. Los colores vivos demuestran belleza y su función es atraer a la rana del sexo opuesto, pero en el lenguaje de la naturaleza esos mismos colores son una señal de alarma para cualquier depredador desprevenido o daltónico. Y el ser humano es el más desprevenido de los depredadores. Aparecen barandas a los costados del camino por lo accidentado del terreno. Trepamos entre rocas gigantescas y descubrimos la primera caída de agua. La poza de agua luce deliciosa pero juntamos energía para subir un poco más hasta la segunda caída, llamada “Vestido de novia”, por los locales a causa de su intenso y limpio chorro blanco. Allí nos bautizamos. Luego de un baño estamos listos para almorzar.
Caldo de gallina de chacra y frijoles con juane (tamal de arroz con huevo, culantro y pollo) nos esperaban sobre la mesa. Disfrutamos conversando animadamente. Con Nicolás revisamos nuestra lista de aves en la Guía de Aves del Perú (John F. Clements, Noam Shany), la biblia del observador de aves en el Perú. Hasta entonces habíamos identificado unas 20 especies de aves y eso que no nos habíamos detenido mucho. Tuvimos mucha buena suerte también encontrando invertebrados como ciempiés, milpiés, insectos palo, arañas, hormigas, etc. La naturaleza permanece intacta en este santuario, sometida al delicado equilibrio de la armonía natural. Tan intacta que uno tiene la sensación de estar descubriendo algo allí. Lo mejor que podemos hacer es observar como humildes espectadores y aprender. “En esa loma de allá vive el Oso”, Feliciano se refiere al Oso de Anteojos (Tremarctos ornatos), especie emblemática del Perú y amenazada por la depredación de su hábitat. Cabe resaltar que uno de los motivos para la creación de la ACR-CE es que naturalmente forma parte de un enorme corredor para animales como monos, osos, jaguares y otros mamíferos que aún permanecen en pequeños grupos en la zona. Junto con las Areas Naturales Protegidas de Bosque de Protección Alto Mayo (BPAM) y Parque Nacional Cordillera Azul (PNCAZ), la Cordillera Escalera es el eslabón de una cadena natural que protege una biodiversidad impresionante.
“¿Falta mucho?” preguntó Raquel esta vez. “Uuuuu, hast’arriba desacolina señorita!”, respondió Réiser en su acento charapa. Era una broma. La colina no era muy grande, pero era empinada. Las amigas se miraron entre sí y tragaron saliva. Cincuenta metros más arriba llegamos al refugio donde pasaríamos la noche. Reímos y ellas respiraron aliviadas. El GPS marcaba 620 msnm. No sólo habíamos llegado sino que el lugar era una postal para regocijarse: frente a nosotros una sierra verde yacía completamente iluminada en su versión “verde clorofila de las cuatro treinta de la tarde”, y nuestro tambo en medio de un pedazo de bosque despejado. Dentro del tambo había dos hamacas. Las amigas las tomaron primero. Los demás pusimos nuestras colchonetas en el piso. Después de cenar tuvimos tiempo de explorar un poco los alrededores. Hallamos una serpiente loro machaco (Bothrops bilineatus) enroscada en un árbol. Hablábamos en voz baja pues no queríamos provocar el pánico de los más citadinos que nunca habían visto una serpiente venenosa. Parecía que acababa de comer y no podía moverse mucho pues apenas se movió a una rama más arriba. Razonamos que era más vulnerable ella cerca de nosotros que nosotros cerca de ella y no hicimos mayor esfuerzo en moverla. En el cielo vimos varios vencejos de collar blanco (Streptoprocne zonaris) y cuando oscureció vimos infinidad de estrellas y hasta un satélite pasar por el firmamento. Encendimos madera de palo santo para alejar a los mosquitos, que por suerte eran pocos, y vimos las fotos tomadas durante nuestra jornada. Fuimos a dormir temprano pues al día siguiente nos esperaba una caminata más intensa. Antes de recostarnos el cielo se cerró y el viento empezó a soplar con fuerza. Se avecinaba una tormenta. Por eso había pocos moscos.
Llovió la noche entera, enfurecidamente. El viento sacudía los enormes arboles con facilidad y colaba algunas gotas de lluvia dentro del tambo. A pesar de la tormenta estábamos bien resguardados bajo el tambo. Cierto, fue una noche agitada pero todos descansamos. Por la mañana todo olía a tierra mojada. Había parado de llover y salimos a ver aves. Mañanas como ésta son las mejores para observar aves. Vimos un Saltarín de Cabeza Dorada (Pipra erythrocephala) y un Gavilán Bidentado (Harpagus bidentatus). Para cuando despertamos la loro machaco seguía exactamente en el mismo lugar donde la habíamos dejado la noche anterior.
Comenzamos la subida por un bosque montano secundario donde el buen observador puede darse cuenta que antes ha habido chacras. Así nos lo confirmó Feliciano, que nos mostró la que había sido su propia chacra. Arroz había crecido allí. Y antes hoja de coca. Ahora un montón de “shapumba” (helechos invasores de suelo muy degradado) y algunos árboles comenzaban a repoblar el suelo.
Su personalidad de agricultores y depositarios del conocimiento de la tierra tomaba su verdadera dimensión cuando se les escuchaba, ahora convertidos en guarda parques, hablar de su amor a la tierra. Escuchándolos uno podía darse cuenta que lo hacían con pasión y plena conciencia de lo difícil que es conseguir apoyo para este tipo de iniciativas. Apoyo no para que crezcan sino para que permanezcan como iniciativas de conservación y no de lucro. Hablaban orgullosos de su decisión. Me sentí hermanado con tan hermosa familia. E
En el camino vimos un árbol de “Ojé” (Ficus insipida Willd.) de unos 40 metros. Nos detuvimos para tomarnos fotos al pie de su tronco. No deja de ser emocionante encontrar estos arboles enormes, sobretodo en zonas cercanas a cultivos. Para mí eso quiere decir que algunas personas todavía respetan a los árboles, que no los tumban y escriben sus nombres sobre el tronco. De hecho el Ojé es un árbol medicinal y su resina se utiliza como un poderoso antiparasitario y para purgas medicinales. El solo hecho de ver que uno de esos gigantes puede sobrevivir cerca del Hombre me da esperanza en que mi propia especie es capaz de respetar estos seres mudos llenos de conocimiento.
El sendero sube, resbaloso a causa de la lluvia y el lodo. Vemos un grupo de Araçaris Letreados (Pteroglossus inscriptus) comer en un árbol. Adelante dos mangos gigantescos enmarcan el sendero y la escena parece el dibujo de un cuento de hadas. “Son macho y hembra” dice Feliciano, refiriéndose a los mangos. Deben tener unos 50 años pues estaban aquí ya cuando él compró estas tierras. Junto a los mangos hay otro refugio y aprovechamos de hacer un fuego y calentarnos un poco. La lluvia, como si hubiera estado esperando a que encontráramos techo, larga a llover tan pronto estamos cubiertos. Hay una bifurcación y es necesario que decidamos por cual camino seguir. Uno lleva a la catarata de Tres Marías, el otro al Mirador. Decidimos ir cuesta arriba, al Mirador que está ubicado en la cima de un cerro a casi 1300msnm. Desde allí podremos ver las Tres Marías desde lejos, la ciudad de Tarapoto, y el panorama de la Cordillera Escalera.
A medida que avanzamos la cuesta se pone más empinada. Hay que agarrarse de los árboles al subir, todo resbala. El colchón de musgo, hojas y raíces de este bosque esponjoso late con cada paso. Finalmente llegamos al “filo”, el abra donde se encuentra el mirador. Para entonces hemos salido del bosque y estamos expuestos al paisaje y a la lluvia. El viento sopla fuerte y enfría. Descansamos en una piedra y admiramos: debajo nuestro un valle verde esconde cataratas que vemos minúsculas desde donde nos encontramos. Allí están Tres Marías y Vestido de Novia, que ahora con la lluvia no se parece en nada a la gentil caída del día anterior. La niebla y las nubes se sacuden y entran, suben y bajan por el filo. Hace tanto viento que las nubes bailan. Tenemos frío, no podemos quedarnos quietos. Decidimos andar en lugar de esperar que cese de llover. El sendero va surcando literalmente el filo del abra; del lado derecho, al Norte, podemos ver los criaderos de gallinas y la carretera que va a Yurimaguas. Tarapoto yace más al Este. La ciudad está muy cerca de las montañas, pero paradójicamente pocos voltean a mirarlas o se animan a visitarlas.
Pero esto podría cambiar pronto. La migración continúa y ni la policía ecológica ni los guardaparques ni el INRENA tienen posibilidades de prevenir las invasiones. Recientemente conversaba con Luis Angel Aguilar, alcalde del municipio de San Roque de Cumbaza, y me comentaba su preocupación por la noticia que ha recibido acerca de la invasión de terrenos en la Pampa del Olvido, área que San Roque y otras localidades utilizan como coto de caza de venado rojo, carachupa (Armadillo), majaz (Aguti), huangana (jabalí), entre otras, para consumo tradicional. La Pampa del Olvido es parte de la ACR-CE y es el inicio de la selva baja.
“¿Qué piensa hacer?” le pregunté a don Lucho. “Bueno, vamos a ir y comprobar que los terrenos están invadidos. De ser así le notificaremos a INRENA, que puede tomar mucho tiempo en responder. Una vez que respondan hay que ir con la Policía Ecológica para desalojar a los invasores, pero eso es muy difícil porque ellos están armados y no tienen adonde más ir. Además, para cuando INRENA de luz verde al desalojo ya habrán traído a sus familiares y serán más y será más difícil desalojarlos” me responde. “¿Hay otra opción?” pregunto preocupado. “Sí, pero también es incierta. Tendría que organizar una conferencia de prensa y buscar el apoyo de los medios y de la población civil”. Pero los medios masivos parecen estar más interesados en la salud mental de Britney Spears y la población civil está preocupada por la salud de su economía. ¿Cómo conciliar el rescate ecológico con la población entonces?
El trabajo de conservación, pienso, debe darse íntegramente, desde todos los frentes posibles. Y no debe darse como una reacción ante los vicios que el modo de vida occidental produce, vicios que afectan directamente a la naturaleza. Es decir, en esta visión no debería invadirse terrenos ni talarse árboles de manera ilícita. Para que se dé hay que trabajar de manera que se prevengan estas situaciones. Para ello el gobierno debe actualizar la ley de catastro y la titulación de terrenos, de modo que esto se dé de manera rápida y sencilla, sin la histórica burocracia y corrupción de la que somos tan adeptos. Nuestra ley forestal está en el Medioevo y mientras el gobierno habla de que el 60% de nuestra geografía nacional está cubierta de bosques ya desaparecieron 100 hectáreas de bosque mientras usted leía esta crónica. Organizar programas de reforestación y de aprovechamiento controlado de la madera de modo que se conserven los santuarios designados como tales. De ese modo se ofrece empleo a taladores potenciales que, finalmente lo que buscan es darle de comer a su familia. Pero sobretodo capacitar y organizar a la población para que ellos mismos protejan sus bosques. Si el gobierno no puede, pues que permita que la población lo haga mientras que el gobierno se concentra en modificar la ley a una que sea coherente con la conservación forestal real y que deje de hacerle favores a la mafia maderera.
Mis pensamientos se vuelven amplios como el horizonte que mis ojos miran. La lluvia ha cesado un poco y descubrimos orquídeas a nuestro alrededor. Estamos en un bosque enano de arbustos y muchas flores coloridas. El GPS marca 1260msnm y la vegetación del bosque enano me recuerda a Machu Picchu. El aire calienta y observo como la masa de aire se encuentra con un cúmulo de nubes, elevando lentamente los gigantes remolinos blancos. Aprovechamos para almorzar una pasta con atún y frijoles en plena altura. Don Feliciano nos muestra desde allí la ruta que habríamos seguido de haber continuado por abajo del filo, hacia la catarata de Tres Marías. Todo el sistema de trochas necesita de 3 días para visitarse en su totalidad y disfrutarse como debe ser.
A partir de aquí ya todo es cuesta abajo. Volvemos sobre nuestros pasos hasta los mangos gigantes. De allí un nuevo sendero nos llevará hasta la chacra de Réiser. Una linda chacra donde tiene su casa y nos presenta a su familia, todos felices. Hasta el perro está gordito y bien alimentado gracias a la agroforestería que practica para no talar más bosque. Bajaremos hasta volver a los 330 metros de Tarapoto. En el camino veremos como el Shilcayo ha crecido el doble y ahora es un río chocolatoso que podría perfectamente arrastrarnos. Nos tomamos de las manos y nos mojamos hasta el ombligo a la hora de cruzarlo. Ha llovido el día entero y no queda una sola hoja seca en todo este bosque. Todos hemos bebido el agua. Todos hemos recibido el regalo. Ahora vamos todos a cuidarlo.